Bogotá
El objetivo es convertir el espacio en un centro de tranquilidad, requerimiento de los propietarios, quienes saben que para alcanzar los niveles superiores de meditación no es necesario salir a paisajes paradisiacos, basta con acondicionar un lugar con los elementos adecuados.
Para ejecutar esta idea, se repensó la escala ergonómica de dimensiones bajas y prolongadas que permiten la reestructuración de cada área del apartamento. La armonía del espacio y el dialogo entre todos los elementos, se lograron con materiales como cuero natural, madera con finas vetas, gamuzas, fibras y textiles naturales y especiales obras de arte. Todo se fusiona para generar una atmosfera cálida con un lenguaje contundente, integrando el entorno verde.
La sensación de descanso también la proporciona los tonos neutros y las texturas sedosas. El salón es contenedor de diversas piezas de arte, María Cristina Cortes, Catalina Mejía, Omar Rayo y Edgar Negret, artistas consagrados de la arquitectura. El comedor está separado de la sala de estar por una puerta corrediza que permite controlar la temperatura del apartamento. La cocina integrada al área social, armoniza con los mismos tonos de madera.
La iluminación es el eslabón que enlaza cada una de las áreas, desde el cielo raso nace la luz que baña las obras de arte, las lámparas de mesa se encargan de atizar el resto de ambientes. Además la luz natural que ingresa por los grandes ventanales resalta la naturalidad que se pretende para el ambiente.
Texto: Laura Vega, Revista Propiedades